Cartier-Bresson utilizó la pintura y el dibujo para ayudarlo a desentrañar los eventos que presenció durante el período de posguerra, pero fue en última instancia con su cámara que capturó las historias de los europeos que se habían enfrentado a un continente que, al parecer, habia cambiado irrevocablemente. Retrato tras retrato, la suma de cada momento individual capturado se convirtió en una imagen detallada de la Europa de posguerra, comenzando a unificarse justo cuando Magnum también se formaba como agencia. El estudio fotográfico europeo de Cartier-Bresson presentó un retrato del continente, documentando un paisaje a la sombra de la guerra. Viajando a través de Europa, desde escandinavia hasta las ciénagas irlandesas, el fotógrafo miró más allá del nacionalismo para encontrar una experiencia humana compartida y un sentido mayor y más unificador de la identidad europea. Dejando a un lado las idiosincrasias culturales, el estudio de Cartier-Bresson muestra a los europeos unidos en el negocio en curso de la vida. Un libro con estas imágenes se publicó en 1955, y en años posteriores Cartier-Bresson volvió a examinar el tema, que había sido central en toda su carrera, reuniendo una colección de imágenes de la Europa anterior y posterior a la guerra que, combinadas, crean aun con matices, un retrato universal de la humanidad compartida. (Magnum)