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domingo, 5 de febrero de 2017
Cindy Sherman (1954)
Cindy Sherman (nacida el 19 de enero de 1954 en Nueva Jersey) nació con el nombre de Cynthia Morris Sherman, es una artista, fotógrafa y directora de cine estadounidense. Sherman es una de las representantes más importantes de la fotografía de posguerra en Nueva York, exhibió más de tres décadas de su trabajo en el MoMA. Artista, fotógrafa, directora de cine, por sus autorretratos, Cindy Sherman ha sido una de las fotógrafas más respetados del siglo XX. A pesar de que la mayoría de sus fotografías son imágenes de ella misma, sin embargo, estas fotografías no son conceptualmente autorretratos. Sherman se utiliza a sí misma como un vehículo para una variedad de temas del mundo moderno: el papel de la mujer, el papel del artista y muchos más. A través de una serie de diferentes obras, Sherman ha planteado difíciles e importantes preguntas sobre el papel y la representación de las mujeres en la sociedad, los medios de comunicación y la naturaleza de la creación del arte.
La vida de Sherman comenzó en Glen Ridge, un suburbio de la ciudad de Nueva York. Su familia se mudó poco después de nacer, Sherman creció como la más joven de cinco hermanos en la ciudad de Huntington, Long Island. A diferencia de otros artistas, Sherman no estaba particularmente involucrada en las artes cuando era joven, su padre se ganaba la vida como ingeniero y su madre trabajaba como maestra de lectura. Sherman dice que no sabia lo que era el mundo del arte hasta que fue a la universidad. A pesar de que sus padres carecian de interés artístico, apoyaron su decisión de entrar en la escuela de arte después de terminar la escuela secundaria.
Cindy Sherman se empezó a interesar por las Artes Visuales en la Universidad de Buffalo. La carrera de Sherman en Buffalo comenzó muy diferente de como acabó. En su primer año, Sherman empezó a trabajar la pintura hasta que un día, se dio cuenta de que no era suficiente. Frustrada por las limitaciones de la pintura y la sensación de que había hecho todo lo que pudo, se dio por vencida. Sherman reconoce que nunca podría haber tenido éxito como pintora. Al carecer de la conexión crítica que necesitan para continuar con la pintura, Sherman se volco a la fotografía, que fue lo que estudió durante el resto de su tiempo en Buffalo. Durante este tiempo, conoció a Robert Longo un artista que será muy importante en su vida. Junto con Longo y su compañero de estudios Charles Clough, Sherman formó Hallwalls, un espacio de artistas independientes donde ella y otros artistas exponían.
Después de su graduación, en 1976, decidió mudarse a Nueva York para embarcarse de lleno en su carrera artística, en un loft en Fulton Street en el bajo Manhattan. Fue entonces cuando comenzó a tomar fotografías de sí misma. Estas fotografías, autorretratos conceptuales, vendrían a ser conocidas como Complete Untitled Film Stills (1977-1980), en los que escenifica situaciones con vestuario y utilería para dar a las fotografías la apariencia de un fotograma cinematográfico, usando estética y planos propios del Cine negro. En otra conocida serie "Retratos históricos", Sherman personifica protagonistas masculinos de pinturas clásicas de la historia del arte de Occidente, tales como "Baco enfermo" de Caravaggio, entre otros.
Si bien Sherman aparece en las fotografías, ella no las considera propiamente autorretratos: los Untitled Film Stills, tal vez uno de sus trabajos más conocidos de la carrera de Sherman hasta el momento. En estas fotografías, que empezaron en 1977, Sherman se pone a sí misma en el papel de actriz de películas clase B. Sus fotografías muestran personajes construidos con con pelucas, sombreros, vestidos, ropa a diferencia de la suya. Estas fotografias pueden confundirse con retratos pero son algo muy diferente. En cada una de estas fotografías, Sherman juega un roll, no una persona real, sino una ficcion auto fabricada. Ella es el ama de casa arquetípica, la prostituta, la mujer en peligro, la mujer entre lágrimas, la bailarina, la actriz y la maleable, camaleónica Sherman juega todos estos personajes.
La época en la que Sherman se dio a conocer como fotógrafa había muchas mujeres artistas cuyo trabajo respondía a la mirada lasciva de un público masculino. La artista neoyorquina de performance Hannah Wilke era un peso pesado durante este periodo, a menudo posaba desnuda y disfrutaba abiertamente de su atractivo erótico. Resultaba en parte un personaje voluntarioso y en parte una verdad física. Al contrario que el exhibicionismo de Wilke, que empleaba el desnudo como una liberación, Sherman ha sido siempre una artista del ocultamiento, disfrazándose desde mediados de los setenta para emular fantasías pop. El desnudo no formaba parte de su trabajo a pesar de que en los años ochenta, tras los éxitos de sus fotogramas, adoptó en su fotografías pechos sintéticos y vulvas artificiales que añadían un divertimento vicioso a la fantasía masculina.
Durante los años setenta, Sherman jugó un papel preponderante en la reestructuración feminista del cuerpo, movimiento originado y mantenido por las mujeres. Esta generación creía que “lo personal es político” y los artistas de performance, en su mayoría mujeres, se apropiaron de este axioma y lo transformaron, a la vista de sus logros, en algo asombrosamente real basado en la disforia existente entre los sexos. La propia Sherman, especialmente en sus comienzos, creó infinidad de personajes con los que quedar apabullado por la cantidad de rostros y cuerpos que era capaz de construir usando su propio cuerpo. Su importancia como artista reside en este apabullamiento. En su deliberado intento de revelar la naturaleza interpretativa de la psique femenina, Sherman adquiere múltiples y variados rostros. Los seres que emergen de sus brillantes transformaciones pertenecen al glamour de la industria cinematográfica de los años 30 y 40, cuando la belleza femenina era la clave para vender entradas.
Para el año 2000, Sherman deja claro que el travestismo y la ironía profunda serían sus grandes temas, fundamentados en su relación con la figura y la psique de la mujer. Las imágenes de payasos que utiliza desde el comienzo del nuevo siglo y hasta la mitad de la primera década del siglo XXI resultan agresivas y espeluznantes hasta el punto de parecer peligrosas. En sus trabajos más recientes, los últimos cinco años, vemos a una artista entrada en años que continúa agitando el arquetipo de la mujer en sociedad. La idea de una belleza pasada, muerta en la actualidad, aparece con frecuencia. En estos últimos trabajos, parece como si Sherman no estuviera terminando con estrépito, sino más bien con un quejido. Pero Sherman tiene poco mas de sesenta años, así que sería prematuro caracterizar esto como su despedida del arte. En su prodigiosa producción de cerca de 500 imágenes la artista captura la historia de la femineidad sin sucumbir a ideologías. O eso parece. La Sherman real se encuentra en algún lugar entre la charlatanería de sus disfraces y la vulnerabilidad de sus míticos personajes, alguien que pertenece claramente a los anales de la historia del arte contemporáneo.