Frank Horvat es un fotógrafo nacido el 28 de abril de 1928 en Opatija (Croacia), que actualmente vive y trabaja en Francia. Hay cierto error en el origen de Horvat, dado que nació en Croacia cuando era parte de Italia. Es más conocido por su fotografía de la modas, de entre mediados de los años 50 y el final de los años 80, pero su obra fotográfica incluye fotoperiodismo, retrato, paisaje, naturaleza y escultura. En 1988, produjo un importante libro de entrevistas con otros fotógrafos, como Don McCullin, Robert Doisneau, Sarah Moon, Helmut Newton, Marc Riboud. A principios de los años noventa, fue uno de los primeros en experimentar con Photoshop. En 1998, sustituyó su equipo profesional por una cámara compacta, que siempre lleva en el bolsillo, para disparar cualquier tema, en cualquier momento que le parezca de interés. En 2011, puso en línea su primera aplicación iPad, Horvatland.
Nacido en una familia judía de Europa Central (su padre Karl era médico general de Hungría, su madre Adele, psiquiatra de Viena), Horvat ha vivido en varios países, Suiza, Italia, Pakistán, India, Inglaterra, Estados Unidos. En 1955, se instaló en Francia, mientras continuaba viajando por Europa, y trabajando a menudo en Nueva York. Horvat reconoce haber sido fuertemente influenciado por Henri Cartier-Bresson. Después de conocerlo en 1950, sigue su consejo, reemplazando a su Rollei por una cámara Leica y embarcando en un viaje de dos años en Asia, como fotoperiodista independiente. Sus fotografías de este viaje son publicadas por Life, Réalités, Paris Match, Picture Post, Die Woche y Revue, y una de ellas está incluida en la famosa exposicion La Familia del Hombre, en el MOMA de Nueva York.
Como muchos fotógrafos de su generación, Horvat se da cuenta de que una cámara de 35 mm permite una mayor precision de ejecución y que al utilizar lentes de diferente longitud focal puede explorar aspectos de la realidad que de otra manera no pueden captar su atención. En 1955, por ejemplo, tras trasladarse de Londres a París, encuentra que el estado de ánimo de sus calles y de sus habitantes tiene poco en común con la visión un tanto romántica de los llamados fotógrafos humanistas, mientras que con una reflex manual de 35 mm, on una lente de 400 mm, se obtienen algunos resultados que serian imposibles de obtener con otra cámara. La revista suiza Camera dedica un numero completo a su ensayo.
En 1957, Horvat se traslada a otra rama de la fotografía, filmando la moda para Jardin des Modes. Pero se aferra a las cámaras de 35 mm y la luz disponible, que antes raramente solía ser utilizada para las tomas de moda. La innovación es bienvenida por los diseñadores de prêt-à-porter, ya que presenta sus creaciones en el contexto de la vida cotidiana para la que están destinados. En los años siguientes, se le encarga hacer un trabajo similar para Elle en París, Vogue en Londres, Harper's Bazaar en Nueva York y otros siguen su ejemplo. Entre 1962 y 1963, Horvat vuelve al fotoperiodismo, con un viaje alrededor del mundo para la revista alemana Revue. Luego experimenta con el cine y el video. En 1976, decide "convertirse en su propio cliente", produciendo tres proyectos personales: Portraits of Trees (1976-82), Very Similar (1982-86) y New York up and down (1982-87), que él llama su "tríptico", aunque los tres son muy difereentes. Los tres están en color.
En la década de 1980, Horvat sufre de una enfermedad ocular y durante algún tiempo tiene que reemplazar sus ojos con sus oídos. Comienza un nuevo proyecto, una serie de entrevistas con otros fotógrafos como Edouard Boubat, Robert Doisneau, Mario Giacomelli, Josef Koudelka, Don McCullin, Sarah Moon, Helmut Newton, Marc Riboud, Jean-Loup Sieff y Joel-Peter Witkin. Se publican en Francia bajo el título Entre Vues.
En los años 90, da un paso aún más radical, mediante la adopción de la tecnología informática. Primero con Yao el Gato (1993), luego con Bestiario (1994) y Metamorfosis de Ovidio (1995), transgrede la regla cartier-bressoniana del "momento decisivo", combinando partes de imágenes tomadas en diferentes momentos y en diferentes lugares. La novedad no es tanto el fotomontaje, como la ambigüedad creada por el montaje casi transparente, incluso Horvat admite que estas composiciones deberían ser llamadas por algún otro nombre diferente al de fotografía. En parte por esta razón, interrumpe estos experimentos, y sólo los reanuda 14 años después, con un enfoque más sutil, en Un viaje a Carrara.
Se asocia a la fotografía tradicional, primero analógica, luego digital, con la postproducción digital como en Figuras Romanes. Publicada en 2000, con un texto de Michel Pastoureau, es el resultado de una exploración de 2 años de la escultura románica, un arte que floreció entre 1100 y 1200.
Sus próximos tres proyectos son posiblemente los más personales. 1999 es el foto-diario del último año del milenio, fotografiado con una pequeña cámara analógica diseñada para aficionados. Como Entre Vues, La Véronique comienza condicionada por su condición física. Toma las fotos con la primera Nikon digital, dentro de un rango de 30 metros, dentro de su hogar en Provence o en sus alrededores inmediatos. Eye at the fingertips, iniciado en 2006 y aún en progreso, es fotografiado con una cámara digital compacta. En los tres, Horvat explora los milagros de la vida cotidiana, a diferencia de la tendencia generalizada de fotografiar lo que parece excepcional o extremo. Pero lo que le gusta señalar es que estas fotografías, que parecen tomas sinceras y se hacen con una cámara que cualquier aficionado podría poseer, representan algo así como la suma de las experiencias visuales y emocionales de su vida, reducidas a su núcleo por una eliminación despiadada, ya sea en el momento del rodaje, en el momento de la edición o en el proceso de postproducción, lo que él considera superfluo o distracción. Su última empresa es una aplicación iPad llamada Horvatland: un viaje a través de una mente, que contiene más de 2000 fotos producidas en el curso de 65 años, 200.000 palabras de texto y 20 horas de comentarios. En 2008, recibe el premio La Fondazione del Centenario, en Lugano (Suiza), por su contribución a la cultura europea.